jueves, 5 de julio de 2007

Hacerse Mayor ...

A veces, en el trabajo como en la vida, uno tiene que hacer cosas que no le gustan, cosas que nunca haría si tuviese el poder de no hacerlas, pero es el trabajo el que te permite vivir, así que... has de hacerlas. Evidentemente puedes hacerlo mientras que tu individualidad, tu salud mental y tu integridad física no se vean amenazadas. En ese caso yo optaría por cambiar de trabajo.

A veces no veo los límites entre la moral, la ética y el trabajo por objetivos ¿estamos realmente perdiendo nuestra escala de valores ( si es que alguna vez la tuvimos)? ¿ nos estamos prostituyendo profesionalmente hablando?

Realmente, en mi corta experiencia profesional he constatado que en los negocios "el fin sí justifica los medios" Maquiavelo en el amanecer del s.XXI se sentiría muy halagado, pero... ¿qué queda para nosotros? ¿nos dejamos algo para nosotros mismos si entramos en el juego? Me pregunto dónde están los valores de la humanidad como sociedad en la empresa. ¿Dónde están los valientes? ¿Qué ha sido de la osadía de enfrentarse al poder que no está justamente aplicado? Yo diré dónde está. Está en el cajón. En el cajón del olvido.

Parece que no recordamos ya que las guerras sólo pueden ganarse luchando y para luchar hay que arriesgarse, arriesgarse sabiendo que puedes perder, sabiendo que puedes salir herido, que puedes incluso acabar muerto. Pero... ¿acaso no lo estamos ya? ¿no estamos muertos dejándonos subyugar, siendo vilipendiados profesionalmente por quienes manejan los hilos?

¡Despertémonos de una vez! Todos somos inconscientemente conscientes de la muerte del mundo actual. Nos dejamos manejar a todas horas y la culpa, no es de los que ostentan el cetro, no es de quien lleva a las masas, sino que es nuestra. Nosotros somos la masa que se dedica a dejarse aconsejar por aquellos listillos que un día vieron con claridad cuán débil es el SER HUMANO.

Nos refugiamos en nosotros mismos, en nuestras familias, en nuestros amigos y en nuestras benditas cuatro paredes, y ya estamos contentos si podemos dormir, comer y respirar tranquilos. Y todo, desconectando del mundo, de un mundo que se viene abajo. Dejamos nuestras convicciones a un lado, dejamos que los revolucionarios de antaño se retuerzan de dolor al observar cómo hemos hecho de los derechos que consiguieron con su sangre, meros deberes.

Nos guardamos para nosotros nuestros pensamientos y deseos sobre un mundo mejor y más bello. A veces, los compartimos con otros con una taza de café y un cigarrillo, o nos desahogamos con una cerveza en la mano. Durante un breve espacio de tiempo nos sentimos libres de pensar, hablar y actuar como realmente queremos. Nos permitimos soñar con espíritu revolucionario, nos creemos héroes por un momento, portadores de una verdad mayor que nos liberará por fin del yugo. Llenamos páginas con nuestras palabras llenas de fervor, de ganas de comprensión, de justicia...nos emocionamos creyendo que podemos cambiar las cosas...

Crecemos pensando que TODO ES POSIBLE, que basta sólo con desearlo, pero llegado a un punto, acabas sorprendiéndote a ti mismo lleno de polvo y mugriento metido también en el cajón del olvido.

Os insto a todos y a todas, a aquellos que siguen pensando que es posible, a hacer nuestra propia revolución. Aquella que se lleva a cabo poco a poco, aplicándola cada día en nuestras vidas. La revolución de la ciudadanía, no con armas ni meros propósitos, sino a pequeña escala, en nuestra cotidianeidad. De este modo podremos hacer algo, podremos concienciar poco a poco a los nuestros, contribuir en algo bueno, buscando un mejor presente y un futuro más pleno. Os animo a llevar a cabo la Revolución en la Sombra, para que al menos, no sintamos vergüenza ante nuestra pequeñez, y podamos mirarnos al espejo con dignidad y orgullo.

NO TODO ESTÁ PERDIDO!!

L.