domingo, 26 de octubre de 2008

Mi propio "My inmortal"

Hace casi cinco meses que te fuiste, hace casi cinco meses desde que me despedí de ti, y aún paso noches llorando tu ausencia. Sé que es normal, sé que aún me quedan muchas más, pero espero que el tiempo y la fuerza me hagan superarlo del todo y, que acepte que el hecho de que no estés sólo es una separación física, jamás separaremos nuestras almas.

Llevo posponiendo este momento meses, espero puedas perdonarme, no quería derrumbarme, hago enormes esfuerzos para no hacerlo, para seguir levantándome cada día como si nunca hubiera ocurrido nada, como si aún estuvieras aquí.

Pero siento que tengo que hacerlo, siento que debo desnudar otra vez mi alma para poder continuar mi camino sin esta carga, no imaginaba que fuera a ser tan pesada. Pensaba que en el momento que ocurriera lo llevaría bien, con dolor pero bien ya que en los últimos años nos hemos visto muy poco y ya estábamos separados por la distancia, pero lo cierto es que nunca he dejado de quererte, nunca he dejado de sentir que estamos conectados porque obviamente llevamos la misma sangre y la genética está ahí, a veces me observo y te veo en mis actos, la mayoría buenos, buenísimos, y otros, malos, aunque me pese decirlo.

Recuerdo canciones, momentos muy dulces, divertidos, mágicos y otros amargos, pero es curioso cómo el tiempo es capaz de suavizar los más duros de asimilar para que sólo prevalezcan aquellos que realmente quiero conservar.

Recuerdo que me llamaban “tu sombra”. Recuerdo que de pequeña iba siempre contigo a todas partes, recuerdo que siempre me tratabas con cariño, recuerdo que siempre intentabas darme todo lo que quería, de acuerdo que no siempre era acertada tu manera de hacerlo, pero ahí estaba mamá para poner el contrapunto, y entre los dos, habéis conseguido que sea consciente de la importancia de un equilibrio, del ying y el yang, así que supongo que al tener los dos puntos de vista, no he sido más que afortunada por haber aprendido a discernir desde muy pequeña.

Ahora que no estás, te echo de menos, mucho papá, no sabes cuánto. Me duele el alma cuando pienso que no podré llamarte para felicitarte tu cumpleaños, que habrá una llamada en mi cumpleaños que este año no recibiré, que no podré desearte que feliz año 2009, que no podré contarte mis alegrías y mis penas, que no podré hablar contigo nunca más, que no podré coger el tren para ir a verte, que no volverás a abrazarme tan fuerte que me rompas una costilla, que no volverás a llamarme “laurecha”, que no volverás a decirme que esté siempre alerta, que debo mirar siempre hacia delante, pero sin olvidarme de que hay más lados que tener en cuenta. Ahora que no estás, te echo tanto de menos, me hubiera gustado hacer las cosas de otro modo, me hubiera gustado estar más a tu lado, me hubiera gustado decirte que tengo mucho de ti y que te estoy y estaré eternamente agradecida por todo lo que me has dado.

Sé que desde que os separasteis tú y mamá, te has perdido mucho de nosotras, aunque hemos procurado tenerte al tanto de todo aquello que nos pasaba, de cómo hemos ido creciendo pero ya sabes que no es lo mismo vivirlo de esa manera. Sé que no ha sido fácil para ti asumir la vida tal y como vino, créeme cuando te digo que para nosotras dos tampoco, pero ya sabes, confiamos plenamente en el principio de que ningún camino fácil te llevará a algún sitio que merezca la pena. Así que nunca nos hemos venido abajo y nunca hemos desistido del esfuerzo que supone montarte tu vida fuera de los, digamos “parámetros de la normalidad”.

Me apenan muchas cosas de las que han pasado, pero agradezco que la vida nos diera una segunda oportunidad aunque fuera en un hospital, para poder estar contigo como cuando éramos pequeñas, para poder verte cada día, darte los buenos días, las buenas noches, ver un partido de fútbol, ver una serie que te hacía reír, hablar de todo lo que ha pasado estos años, hablar de lo que sucedía en los últimos tiempos, como cualquier hija que habla con su padre. Agradezco enormemente que a pesar de que fueron momentos muy duros, en los que la vida parecía escaparse por momentos para darnos luego otro respiro, pudimos estar juntos. Pudiste estar con tus dos hijas, pudiste conocer a tu primera nieta, pudiste abrazarla y sentirte abuelo, pudiste sentir que éramos la familia que un día fuimos, pudiste sentir que estábamos a tu lado y nosotras sentir que todo tenía un sentido, aunque en ocasiones, no lo entendamos.

Papá, quiero decirte que siento que hayas sufrido tanto, siento que tuvieras que marcharte tan pronto, siento no haber podido cuidarte más. Hay gente que dice que no hay nada después de la muerte, pero yo no me lo creo, es más no quiero creerlo. Siento que ahora por fin eres libre, por fin puedes estar al tanto de todo lo que nos ocurre porque estás siempre con nosotras, porque puedes vernos y acompañarnos en nuestro camino.

Siento que te has liberado de tu pasado y que ahora podrás disfrutar de todo lo que quieras, podrás ver crecer a Sabela y sabrás cuánto significa para nosotras, porque además de ser la criatura más bonita del mundo se parece mucho a ti, espero de veras que puedas disfrutarnos desde donde estés.

Espero que puedas disfrutar de los momentos más importantes de nuestras vidas como si estuvieras aquí, espero que tus futuros nietos/as que también llevarán parte de ti, tengan tu simpatía y tu espontaneidad. Papá, te quiero muchísimo, ya sé que te lo he dicho muchas veces, pero eso no le resta significado porque el significado de las palabras es el que nosotros le queremos dar, por eso sólo quiero que sepas que siempre te querré y que siempre estaré a tu lado, igual que tú al mío.

Recuerda que uno nunca muere mientras le recuerden, así que no te preocupes porque siempre formarás parte de nosotras.

Te queremos papá

L.

jueves, 2 de octubre de 2008

EVE (V)

(...)

Sintió un aire gélido en la nuca.
Se estremeció.
Una voz comenzó a susurrarle.
Palabras en un idioma que no entendía.
Paralizada, apretó el cristal que sostenía.

Oyó las gotas de sangre al caer.

De nuevo un silbido.
Un escalofrío recorrió su cuerpo.

De nuevo un susurro.
Un brazo frío la cogió por la cintura.
Una figura la apretó con fuerza
y en menos de un segundo notó
una lengua deslizarse por su cuello.

Tenía pánico, pero a la vez,
aquella misteriosa figura,
la envolvía de tal modo,
que entró en una especie de trance.

Aquel misterioso extraño
sin dejar de besar su cuello
comenzó a hablar de nuevo.

Le pareció entenderle.
"No morirás jamás.
Éste será tu castigo.
Pagarás por tu crimen".

Todo se volvió oscuro.

(Continuará...)

L.