lunes, 27 de abril de 2009

De la psique

Complejo mundo el de la psique. Miles de entramados, miles de recursos, miles de situaciones vividas que conforman nuestra alma, nuestro cerebro y controlan las reacciones que tenemos a las diferentes situaciones de la vida. En un mundo complicado nos descubrimos aún más complejos que éste. El mundo que escondemos en nuestro interior, en lo más profundo de nuestra mente, es infinitamente más complicado, tanto que para uno mismo no es suficiente toda una vida para conocerlo, no en profundidad, sino levemente. Cuanto más, si miramos hacia atrás y vemos la cantidad de años que lleva el ser humano sobre la Tierra intentando explicar cómo funcionamos y todavía se está estudiando sobre ello.

Supongo que por el afán del ser humano de intentar entenderlo todo, nace la psicología, esa interesante ciencia que estudia el alma y el comportamiento humano. ¿Cómo se supone que podemos enfrentarnos al mundo si ni siquiera conocemos nuestro propio Yo? El hombre intenta entenderse a sí mismo y a la vez, entender el mundo, y … en su inmensa mayoría no llegamos a conocer ni un cuarto del primero, ni del segundo.

No obstante, tenemos comportamientos comunes y reacciones perfectamente extendibles a un grupo de sujetos agrupados por tipologías, pero todo aquello que podamos agrupar también es variable y nunca llegamos a establecer parámetros exactos que nos permitan reaccionar de una manera correcta a cada situación que vivimos. ¿Cómo entonces podemos darnos consejos los unos a los otros, cuando ni siquiera estamos seguros de si nosotros vamos a hacer lo dictado por nuestra consciencia en una circunstancia igual? Siguiendo esta teoría, no es posible.

Sin embargo, la voz de la experiencia de cada uno, nos permite - mediante la empatía y el grado de sensibilidad que cada uno posee - poder dar una opinión subjetiva de una circunstancia con el ánimo de orientar a otro ser humano al que creemos conocer, intentado mostrar todas las posibilidades y alternativas que existen cuando vemos que el otro no ve más allá de lo que tiene delante.

En cualquier caso, no sé si lo correcto es callarse lo que uno piensa por no influir de ninguna manera en el otro, aunque la intención sea buena, o por el contrario, intentar que la otra persona sopese varios puntos de vista, en inicio diferentes, antes de tomar una decisión al respecto. Casi siempre opto por lo segundo porque la intención es ayudar a otros. Pero qué ocurre si estoy equivocada y en mi afán de ayudar empeoro las cosas. ¿Qué debe hacer uno?

¿Callarse y mantenerse al margen y que cado arregle lo suyo, o dar tu sincera opinión cuando te la piden? ¿Pedimos opinión para que nos apoyen en nuestras opiniones o realmente estamos pidiendo que nos ayuden a ver las variables cuando nosotros no somos capaces de verlas?

No tengo respuesta.

L.