Así nos recibía el maestro de ceremonias, Suso Silva, en su Circo de los Horrores. Un perfectamente caracterizado Nosferatu nos adentra en un mundo mágico, tenebroso, en el que nos presenta a sus temibles hijos a la vez que hace uso de un gran sentido del humor y un trabajo gestual muy hábil.
Al principio estaba nerviosa (en realidad tenía miedito) porque había leído que antes de empezar la obra, diferentes monstruos repartidos entre las butacas, asustaban al público, con sierras mecánicas, con sustos de los diferentes personajes, y tan sólo la idea de que encontrarme de repente con un Jason, una monja con los ojos ensangrentados, un vampiro y demás criaturas de la noche, literalmente, me acojonaba. En fin...el poder de la sugestión no se debe subestimar...al menos no en mi caso.
Finalmente, la luz se apagó y apareció una inquietante niñita, tan sólo quería jugar...Por fin apareció el maestro Suso Silva y comenzó el espectáculo. A medida que iba disfrutando de los diferentes números, crecía mi admiración por el duro trabajo de los protagonistas, son años de aprendizaje, de entrenamiento duro con el único objetivo de entrener al público disfrutando de un trabajo que sin duda, adoran, y echándole imaginación, buen humor y sobre todo, mucha pasión.
En fin, cada vez que voy al teatro, me pasa lo mismo. Un intercambio de energía positiva y una envidia sana de poder ofrecer tu trabajo a un público dispuesto a disfrutar, que viene a olvidarse de lo cotidiano y que al final, vuelve a casa con la sensación de que la vida es mucho más que un trabajo aburrido entre cuatro paredes. Creo que es una magnífica labor que no puedo dejar de admirar, para mí ha sido una auténtica catarsis. He disfrutado como una niña y agradezco poder haber visto a un gran clown en acción. Gracias a Suso Silva y a todo el equipo.
L.