viernes, 18 de marzo de 2011

Experiencias

Es alucinante comprobar el poder que tienes sobre tu propio destino, tú y sólo tú decides cómo y cuándo toca coger al toro por los cuernos y plantarle cara una vez más a la vida y justo en ese momento cuando vuelves a comprobar aquello en lo que siempre has creído, ese principio que rige tu vida... pasa algo 'aparentemente aleatorio' que trastoca tus planes y te quita esa fuerza, ese empuje, ese arranque.

En mi caso, hace un año decidí que iba a apostar por mí misma y por mis sueños, y comencé a accionar para preparar el terreno. Resulta que los planes no me salieron como yo esperaba a nivel laboral y tuve que tomar una decisión al respecto. O seguía con mi nuevo trabajo con muchas posibilidades a futuro pero con un presente que no me permitía continuar con mi propio camino en paralelo o arriesgaba y apostaba por mí, por lo que yo realmente quería hacer en la vida, a pesar de que pudiera equivocarme por perseguir un sueño.

Para mí, la elección estaba muy muy clara, la vida es muy corta y ahora que había vuelto a sentir hacia donde quería ir, ahora que había despertado otra vez mis sueños y mis ganas, decidí que quería seguir mi propio camino, el camino que te manda el corazón y no la razón, el camino duro pero que te hace feliz independiente de si llegas o no a la meta final. Y así lo hice, elegí ser mi propia guía, elegí apostar todo mi dinero por mí y estoy orgullosa de mi decisión, estoy en pleno camino y nunca me podré recriminar a mí misma haber cedido al miedo y a la concepción realista y sensata de la vida.

Es verdad que es más fácil para mí ahora que aún no tengo hijos, ni una hipoteca que pagar, así que sólo necesitaba echarle huevos, deshacer la maletita para dejar espacio para todo lo nuevo que estaba por llegar.

El primer día de mi nueva recuperada vida estaba hiperfeliz por sentir de nuevo que era yo la que manejaba el timón, aún sabiendo que me iba a encontrar más de una tempestad por el camino, pero daba igual, le haría frente como siempre. Con fuerza, con cariño y con buen humor como siempre intento hacer. Lo que no me imaginaba yo es que justo al día siguiente el destino me había preparado una sorpresa non-grata. Pues sí, así era, poco antes de presentar una escena me caigo y me destrozo el pie, rabio, dolor, me cuesta aguantar al principio pero después me tranquilizo y pienso es un esguince, no pasa nada, en unos días estará bien. -¿Puedes hacer la escena Laura? (me pregunta mi profe de interpretación), -Por supuesto, he venido a presentar de escena y llueva, truene o nieve, o me duela el pie, la voy a presentar, me cueste lo que me cueste.

Dicho y hecho. Presentamos la escena, estuvimos bien los dos, estuvo orgánica y creíble, la relación de pareja era creíble, los conflictos de cada uno también y las emociones transmitidas. Cumplimos, nos pidieron más energía, que para la próxima lo mismo pero 'subiendo el nivel de intensidad' porque era una escena para teatro y no para cámara y por tanto, requiere de una energía y un volumen de voz más altos, pero estaba bien. El público contento, la profesora contenta, los actores, contentos. Buen trabajo, Dani!

Cumplimos, cumplí, de hecho ni cojeé en escena, era obvio, Marta Valls no se había jodido el pie así que aprendiendo el oficio, intenté ser lo más profesional que pude. Mi proeza acabó ahí.

Al día siguiente, diagnóstico, hueso roto, hay que operar, cambio otro hospital, efectivamente hay que operar, preoperatorio y escayola momentánea. Día siguiente, escayola definitiva, tratamiento conservador, ya no hay que operar. Miedo. Desconfianza. Será una señal ?¿ Aceptación e inicio de la recuperación.

De eso ha pasado ya más de un mes y en lo único que podía pensar es...si esto es todo lo malo que me tiene que pasar, firmo pero ya. Estoy segura que esto me ha salvado de algo mucho peor, quizá de un atropello mortal o algo así, en realidad esto me está obligando a salir poco a la calle y a hacer bondad como dicen los catalanes. Pues nada, aquí me tienes con toda mi mochila cargada de energía pero sin poder soltarla, por muchas razones es una Gran Putada, consumo el paro estando de baja, no puedo trabajar, no puedo hacer clases de taekwondo, no puedo comenzar a dejarme la piel el escenario que era el plan para este segundo semestre y mil mierdecitas más, pero...podía haber sido peor y estoy aprendiendo muchas cosas de esta experiencia, de mí mísma, de los otros y, aunque a veces mire mis muletas y las quiera tirar por la ventana, en realidad estoy agradecida porque estoy viva, porque respiro, porque me miman y por infinidad de cosas más.

Así que aunque puede que el destino me esté gastando una broma pesada, no pienso renunciar, no voy a tomarmelo como una señal para abandonar el camino, ni para retroceder en lo que ya había conseguido. Lo he dicho siempre, lo que no te mata te hace más fuerte y esto no está consiguiendo mermar ni mi empeño ni mi convicción, así que aquí sigo, cargando tanto mi mochila emocional que espero cuando vuelva a caminar con dos pies y sin apoyos poder hacer honor a mi nombre y demostrarme encima de un escenario que aquí estoy yo para lo haga falta, que no me dan miedo las trabas, que no pienso renunciar y que voy a intentar dar el do de pecho!

L.